por Diana Bedoya
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La historia toma lugar en una decadente San Petesburgo y es impulsada por las acciones y pensamientos de Rodión Raskólnikov, un personaje complejo con matices tan diversos y ambivalentes que es imposible no dejarse contagiar por el millar de emociones que atraviesa a lo largo de la historia.
El crimen de Raskólnikov es una manifestación de su teoría de que ciertos individuos están moralmente justificados para transgredir la ley y sirve de catalizador para explorar temas como la culpa, la redención y la naturaleza humana.
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Los personajes secundarios, cada uno con sus propias luchas y trasfondos, añaden capas de complejidad a la historia. Personajes como Sonia, cuya bondad y sacrificio contrasta con el mundo sombrío de Raskólnikov o la figura de Svidrigáilov, que actúa como un paralelo oscuro, unido por sus transgresiones; aportan interesantes lecturas sobre las motivaciones que nos impulsan a seguir adelante y el poder de la elección personal.
La tensión en la novela es palpable. Dostoyevski crea con maestría una atmósfera de suspense, manteniéndonos en vilo sobre el destino de Raskólnikov. Las opciones son limitadas, el tiempo se agota y el tormento interno va en aumento. ¿Es posible la redención? ¿Se puede vivir con semejante carga? ¿Puede el amor salvarnos? O… ¿Cree usted que ciertos individuos están moralmente justificados para transgredir la ley?
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